En San Luis nadie pidió apostatar
Sólo cuatro personas consultaron por el trámite, pero finalmente no lo concretaron. La Iglesia tomó nota de la movida y organizó una charla de cultura católica para hablar sobre la separación de la Iglesia y el Estado.
Desde hace un mes se desarrollan jornadas de “apostasía colectiva” en la ciudad de San Luis con el objetivo de visibilizar la oposición a la influencia que otorgaría la cantidad de bautizados.
En este sentido la razón por la que promueve la apostasía desde el punto de vista colectivo es la simbolización del planteo desde lo político, favoreciendo así el debate que rechaza la injerencia del credo en la vida social, la educación y el desarrollo de un estado laico.
El Chorrillero consultó si hubo inquietudes o solicitudes de trámite en la provincia. La respuesta del Obispado de San Luis fue que “nadie” ha pedido apostatar.
El vocero del Obispado, sacerdote Alan Sosa Tello, informó que desde que tiene lugar la movida “solo cuatro personas” se comunicaron vía online y “no sabían” a ciencia cierta lo que encuadra el trámite.
“Por lo pronto hay preguntas de gente que no tiene en claro qué es la apostasía, pero no se ha pedido. Mucho se trató de desconocimiento, creen que a la Iglesia le ingresan fondos por la cantidad de bautizados, entre otros aspectos”, sostuvo. Lo concreto es que no se ha efectivizado ninguna apostasía.
La solicitud consiste en desligar desde el punto de vista institucional a la Iglesia Católica Apostólica Romana de las personas que no profesan la religión. Algunos creen que se produce la eliminación del nombre del solicitante en los archivos de la Iglesia, sin embargo lo que se realiza es el registro de “apóstata” en los libros de bautismo.
“Muchos piensan que se elimina la persona de los libros, pero no se puede hacer. No se borra un libro de bautismo porque es un hecho histórico”, explicó el sacerdote.
En la misma línea definió la acción desde el punto de vista de la religión indicando que se trata de “declinar lo que enseña la fe cristiana”, dejando de seguir “un Dios que existe”.
“Es lo que tuvo el demonio en el primer momento, el diablo es el primer apóstata ya que sabiendo que Dios es Dios, decidió no servirlo”, reflexionó. Además agregó que es una falta “mucho más grave” que ser agnóstico o ateo, ya que el apóstata “sabe que Dios está y reniega de ello”.
La Iglesia tomó nota: ya llevó a cabo una charla de cultura católica en la que se habló del debate por la separación de la Iglesia y el Estado.